¿AUN EN LOS ZAPATOS DE OTRO, NO SOY EMPÁTICO?
- Pastor Willian Klinger Mosquera
- 17 ago 2023
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 7 sept 2023
Es mucho más fácil lidiar con las diferencias cuando conocemos y comprendemos las motivaciones de los demás; ponerse en los zapatos de otros nos lleva a ser más compasivos y evitar contiendas
PALABRA: (Mateo 18:23-35)
23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos. 24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos. 25 A este, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda. 26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda. 28 Pero saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y asiendo de él, le ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. 29 Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 30 Mas él no quiso, sino fue y le echó en la cárcel, hasta que pagase la deuda. 31 Viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y fueron y refirieron a su señor todo lo que había pasado. 32 Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. 33 ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? 34 Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. 35 Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas.
En el mensaje pasado hablamos que el consejo por defecto cuando alguien se encuentra a punto de iniciar una batalla es evitar a toda costa iniciar una contienda. Reconocimos también la importancia del papel del Espíritu Santo, porque es el único capaz de escudriñar las profundidades del corazón y de la razón del hombre y también el único capaz de cambiar la voluntad de los hombres.
Aun en medio de una gran ofensa el Espíritu Santo ayuda a que podamos perdonar y ser realmente libre de todo impedimento que estorba nuestra oración ante el Señor.
Perdón tras la ofensa
Partamos del hecho que es que para un cristiano el perdón es un acto muy importante, estamos expuestos a decenas de ofensas en un día y si no perdonáramos a los demás nuestra vida estaría totalmente cargada.
Hemos recibido perdón del Padre y deberíamos otorgarlo a aquellos a quienes nos ofenden, de hecho en el modelo de oración que dejó Jesús (Ver Lucas 11:1-4) hay un trozo bastante particular en el que le pedimos al Padre celestial que perdone nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a aquellos quienes nos ofenden.
Ofensas simples que no son bien tratadas o perdonadas a tiempo pueden convertirse en una gran carga para ti, durante toda la vida; una simple ofensa por la transgresión de una norma de tránsito puede tener un desenlace fatal si nuestro corazón está lleno de altivez y soberbia.
Parece ser que es más fácil perdonar a los demás cuando entendemos y aprobamos su motivaciones; por ejemplo, es más fácil perdonar a aquel que agredió la norma de tránsito por tratar de llegar temprano al colegio de su hijo, que por aquel que realiza maniobras peligrosas por mera diversión. ¿Cómo lograr saber conocer y comprender sus motivaciones?
En los zapatos de otro
Las personas corrientes debemos recurrir a la observación, escucha y reflexión para llegar a conocer la condición de otra persona; a veces no nos tomamos el tiempo suficiente para observar, escuchar o reflexionar y le damos cabida a un juicio inmediato que da génesis a una contienda; en lugar de ser clemente y misericordioso como es nuestro Padre celestial: lento para la ira y grande en misericordia.
“Porque él conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo.” - Salmos 103:14
Cuando damos espacio a la reflexión tenemos la oportunidad de imaginarnos en una situación similar a la que se encuentra la persona que nos ha ofendido, ahora con algo más de comprensión del contexto podemos “ponernos en los zapatos de otro” y ser más misericordiosos.
Aunque los comportamientos podrían no ser justificados, conocer el contexto y la situación nos ayuda a atenuar un poco el posible juicio.
En el caso del personaje principal de la Palabra expuesta, él tenía conocimiento de la condición de su ofensor simplemente porque ya había vivido "en los zapatos de un deudor", esto le permitiría que desarrollara empatía y se compadeciera de su prójimo.
Ser empático es ponerse en el lugar de los demás, por cualquiera de las maneras anteriormente expuestas, es la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos.
Usted puede llegar a ser más compasivo cuando se identifica con alguien, a lo mejor su edad, su sexo o color de piel lo lleva a identifarse con alguien y ser más compasivo por ello; pero para ser como Dios manda y no hacer acepción de personas es mejor que se identifique no por los rasgos físicos sino por la situación o condición vivida.
¿Aun en sus zapatos no soy empático?
El deudor, personaje principal de la escritura conocía muy bien la condición de estar endeudado; sin embargo, decidió actuar con severidad con sus propios deudores, por eso un día perdió la compasión que había alcanzado.
Deberíamos reflexionar acerca de lo que perdemos cuando estando en la posición de otro cuando no logramos ser compasivos, suena ilógico pero a veces encontramos personas que han sufrido rechazo y son propensas a rechazar a los demás; suena ilógico pero vemos personas que fueron maltratadas en su infancia por vivir un vida con grandes carencias y cuando tienen dinero tratan mal a aquellos que viven carencias.
Un destino similar al deudor que no perdonó la deuda de sus semejantes siendo perdonado por su acreedor, les espera.
En cambio, Dios nos conoce muy bien, se hizo hombre por amor a nosotros y pudo conocer qué se sentía ser tentado, humillado, rechazado y por eso siempre está allí dispuesto a ayudarnos.
18 Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Hebreos 2:18.
Alcanzando almas a través de la empatía
¡Que bueno sería convertir una potencial batalla en una oportunidad para ganar el alma de los que no conocen a Jesús!
Muchos pensaban lanzar rocas sobre el cuerpo de la mujer adúltera, en cambio Jesús tuvo compasión de ella y se convirtió en una oportunidad para ganar su alma.
“19 Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. 20 Me he hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no esté sujeto a la ley) como sujeto a la ley, para ganar a los que están sujetos a la ley; 21 a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley (no estando yo sin ley de Dios, sino bajo la ley de Cristo), para ganar a los que están sin ley. 22 Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. 23 Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él. (1 Corintios 9:19-23)”
Quien es seguidor de Cristo está llamado a imitarlo, el apostol Pablo, sí que lo entendió, y procuro "hacerse", es decir ponerse en los zapatos y entender la condición de un judío, de un gentil, de un débil, con la firme intención de compartirle el evangelio, porque anhelaba la salvación de toda criatura.
Conclusión
Jesús no vino para juzgar, nuestro Padre celestial un día lo hará, Jesús vino a darle oportunidad a todos los impios de arrepentirse (Adulteros, Ladrones, Fornicarios); de la misma manera debemos ser lentos para la ira y darnos la oportunidad de escuchar, observar y reflexionar acerca de las motivaciones de los demás y aprovechar para ser compasivo mostrándoles el amor de Jesús.
“15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.” - Hebreos 4:15-16
Preguntas para reflexionar
¿Has actuado en los últimos 3 meses como el deudor que no perdonó a sus semejantes, tras recibir la condonación de deudas de su acreedor?
¿Te ha faltado tomarte un tiempo de observación, escucha y refracción para comprender la actuación de alguien que te ofendió?
¿Has usado o podrías usar una circunstancia de juicio para compartir el testimonio de Jesús?
Comparte alguna de tus impresiones con tus compañeros de grupo, y pide apoyo en oración en caso de requerir.
¿Qué te ha hablado el Espíritu Santo?
IMPORTANTE: Lo que sea que el Espíritu Santo te instruya genera un plan de acción y rinde cuenta a algún compañero de grupo, líder, o pastor.
+57 3217285026
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